Los monopolios informativos y el verdadero poder

Escribe desde Argentina: Ricardo Gómez

 

“Muchos hombres pasan por sabios gracias a la ignorancia de los demás”

Anónimo

Hoy día, y gracias a la nueva Ley de Medios Audiovisuales, el tema de los monopolios informativos ha sido expuesto a la opinión pública como nunca antes. No solo en la Argentina estos conglomerados económico-informativos hacen de las suyas, sino que todo país que se precie tiene el suyo. Generalmente cuando se trata el tema de los monopolios por lo general se hace desde la perspectiva de los intereses económicos, se dice que solo persiguen esos intereses, obviando otros aspectos tan importantes, o quizás más, que el mero manejo del efectivo.

El uso del lenguaje nos ha diferenciado de otras especies que comparten el planeta con nosotros. Dominar un sistema comunicacional tan complejo como el idioma nos permitió darle nombre a las cosas, descifrarlas y, sobre todo, contar historias, haciéndonos dar un salto cuantitativo sin igual. En principio, según sabemos, lo oral sirvió para transmitir la sabiduría de una generación a otra hasta la posterior invención de los sistemas de escritura. Siempre imaginé que esos contadores de historias habrían ejercido un poder casi hipnótico sobre el resto de la tribu. Sus historias seguramente habrán cautivado a sus oyentes, absortos por el caudal de información y conocimientos desplegados. Tamaña atención seguramente habrá motivado y permitido alguna que otra licencia, cuando no modificación o invención, de la historia misma. Siempre pensé que esos primigenios contadores de historias debieron haber sido los primeros en degustar el sutil pero energizante placer de influenciar a otros a voluntad.

Los monopolios informáticos tienen una profunda inserción dentro de la población, llegando en algunos casos a influenciar con sus redes a públicos allende las fronteras. Para un multimedio lo económico es fundamental para la expansión, aunque ese no es el objetivo primordial. La credibilidad es el eje axial por donde se mantiene, crece y se sustenta un monopolio. El manejo a voluntad de “la verdad” debe coincidir con sus intereses, y puede ser manipulado sin reparos, pero eso solo puede ocurrir cuando el público le cree sin reservas. En Argentina tenemos el ejemplo más notorio en el monopolio Clarín. Desde hace más de 50 años ese monopolio informativo ha influido directamente sobre la forma de pensar de los argentinos, y ha modificado la historia a voluntad de acuerdo a sus intereses espurios. Poco a poco se fueron convirtiendo en un seudo “norte moral” desde donde se dicta arbitrariamente lo que está bien y lo que está mal desde sus tapas. Dejaré de lado los orígenes históricos de este monopolio, manchado de sangre y torturas, ya que no quiero que este escrito exceda en mucho los parámetros recomendados.

Para un monopolio informativo lo más importante es que el lector le crea de manera casi religiosa, y observe sus escritos con fe absoluta. Si Clarín, por ejemplo, titula: “Mañana lloverán caniches de punta” es de suma importancia que al otro día una importante cantidad de fieles borricos salgan a las calles con bolsas y colchones para juntar y proteger a los canes sin cuestionamientos. Cuando la dominación llega a tal nivel del absurdo, la verdad solo será potable si aparece en la tapa de estos periódicos, y cualquier intento de refutación por parte de otros medios será considerado un intento de coartar la libertad de expresión. Así, si un gobierno no está alineado con los intereses de un monopolio, verá repetirse a diario una sucesión interminable de críticas hacia su gestión, críticas que en otros gobiernos no existieron, más bien se celebraron.

El manejo irrestricto e inescrupuloso de la opinión pública solo es posible cuando se suman dos factores: por un lado la existencia del monopolio, y por otro la cándida y cómplice comodidad del anodino lector. La falta de criterio y la nula búsqueda informativa del pueril lector permite y avala la perdurabilidad de los monopolios. Es sólo por esta laxitud intelectual de los ignorantes que los monopolios pueden llegar a operar de forma tan desvergonzada y artera. Mientras existan individuos que crean en los titulares de Clarín como si se tratara de textos sagrados poco se podrá hacer.

La dominación es efectiva porque el monopolio toca hábilmente una cuerda muy sensible de las personas. Como forma de penetración, los monopolios disponen de casi todas las empresas de televisión por cable, factor más que importante para llegar a la mayor cantidad posible de rehenes. Lo primero que hace un tercermundista cuando junta unos mangos es poner el cable, para poder así jactarse de que tiene acceso a canales que solo ven ese selecto nicho de ciudadanos. El deseo de tener más que el otro es intrínseco al ser humano, el monopolio sólo usufructúa ese deseo de ser y de aparentar tener más que el otro. Desde esos canales se desplegará una oleada de información errónea, e incluso el monopolio obviará agregar a la grilla canales que pudiesen competir con sus propios canales. La ley para estos conglomerados es una cuestión abstracta, indefinida, y se han acostumbrado a comprar al por mayor a cuanto funcionario, juez y demás cómplices necesite.

La educación aquí juega un rol preponderante. Se debe educar a la población para que busque por sí misma distintas variables a una información puntual. La persona debe entender que cada medio de comunicación informa de acuerdo a su propia línea editorial, y que cada medio le agrega a la información su propia óptica y tendenciosidad. Para esto es fundamental salir de esa cómoda cueva desde la cual permitimos que los otros digieran la información por uno. La nueva Ley de Medios juega un papel más que importante en este tema, ya que es solo mediante su efectiva implementación que podremos tener acceso a más y mejor información. Esto ocurrirá cuando la justicia pueda imponerse ante los embates de los empleados del monopolio Clarín, quienes siguen pensando solo en sus propios intereses. Mientras esta Ley se implemente en su totalidad hay que tener los ojos muy abiertos, ya que entraremos en un año electoral, y las jugarretas del monopolio intentarán echar por tierra todo lo conseguido.

 

Ricardo Gómez ricardomardel@yahoo.com.ar

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Autor: Ricardo Gomez

Traductor y corrector de las Sagradas Escrituras: Cham Bumo Gyeong, Cheon Seong Gyeong y Pyeong Hwa Gyeong. Traductor de la Antología de la Madre Verdadera; corrector de las Memorias de Hak Ja Han; corrector del libro El Ciudadano Global Amante de la Paz; Traductor y corrector junto a Yamila Gómez de la Constitución del CIG, entre otros muchos trabajos.

2 opiniones en “Los monopolios informativos y el verdadero poder”

  1. Escribo en un diario que tiene sus defectos pero no es elúnico en el país y es el que mantiene una cierta ética y libertad en sus editoriales editoriales. Pienso que la pero deformación de la verdad está en las Agencias Internacionales de noticias, en la BBC y en algunos «prestigiosos diarios»: lease New York Ti,El país (España), Der Spiegel (Alemania.

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